Qué ganas de dormir tanto que todo sea nuevo al despertar,
de reir de una manera que me duela el estómago después,
de llamarte y decirte lo que pasó.
Qué ganas de volver a ser yo y de que mi cuerpo esté de acuerdo con ello.
Qué ganas de regresar cuatro años y haber sabido quien era él.
Qué ganas de recuperar la emoción y las ganas de todo y por todo.
Pronto, pronto. Lo prometo.