Gracias por no soltar mi mano. Gracias por escucharme. Gracias por no dejarme sola. Gracias por estar siempre que te necesito. Gracias por dejarme venir a ti cuando las cosas me van mal, cuando siento que me desmorono.
En todos estos años tú eres la única constante, el último recurso y al mismo tiempo el primero y más importante. En todos estos años y con todas las experiencias de mi vida es hermoso regresar al origen, a lo más elemental.
Ayer le dije a alguien que tú y yo tenemos una buena relación con independencia de los lugares. Y es que hace algunos años ya que comprendi que el vínculo contigo es único.
Gracias por cada vez que estuviste aquí, tomando mi mano.
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