El fin de semana leí algo que me puso a pensar en las coincidencias. Pensé en lo pequeño que puede ser el mundo y en como los seres humanos compartimos sensaciones, códigos, heridas, etc. La coincidencia era una imagen y el texto escrito sobre ella. De repente conectó con información muy íntima y códigos que tenían un significado muy grande para mi.
Una coincidencia que me hace pensar en los millones de corazones en el mundo, sus millones de anhelos, desilusiones, dolores, sonrisas y esperanzas.
Cuando camino por la calle en medio de otros, suelo pensar en estas cosas y en como cada una de esas personas es un universo infinito de sensaciones, sentimientos, complicaciones. Seguro que por esa razón las coincidencias no lo sean tanto. Quizás sólo sean patrones compartidos, cosas aprendidas o reacciones necesarias de nuestros espíritus. Quizás sólo seamos piezas similares de un gigantesco rompecabezas.
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